“Y busqué entre ellos hombre que hiciese vallado y que se pusiese en la brecha delante de mí, a favor de la tierra.. ” Ezequiel 22:30
El profeta y la intercesión
En el capítulo trece del libro del profeta Ezequiel tenemos un pasaje que nos muestra lo que es un falso profeta, entonces podemos sacar la conclusión de lo que se espera del uno verdadero.
“Como zorras en los desiertos fueron tus profetas, oh Israel. No habéis subido a las brechas, ni habéis edificado un muro alrededor de la casa de Israel, para que resista firme en la batalla en el día de Jehová.” Ezequiel 13:4 -5
Las zorras del desierto son animales oportunistas, al vivir en un medio hostil se las ingenian para conseguir alimentos a cualquier precio, por eso dice que “echan a perder las vides”. Ezequiel compara a los falsos profetas con animales predadores, egoístas, que buscan llenar su propio vientre a cualquier costa. Y lo que les reclama es que “no han subido a las brechas ni edificado un muro alrededor del pueblo”. Estos falsos profetas están tan ocupados en ellos mismos, en dar mensajes populares, en decir lo que la gente quiere escuchar para obtener ventajas de ello, que no hicieron lo que el profeta debe hacer: PONERSE EN LA BRECHA
“Y busqué entre ellos hombre que hiciese vallado y que se pusiese en la brecha delante de mí, a favor de la tierra, para que yo no la destruyese; y no lo hallé.” Ezequiel 22:30
No todo intercesor es profeta pero todo profeta debe ser intercesor. Cuando Dios le da la palabra a Moisés de que destruiría el pueblo por su pecado él le suplica, se pone en medio y logra que Dios perdone, recibió una palabra profética pero no fue corriendo a darla al pueblo sino que primero trató de disuadir a Dios. Lo mismo podemos decir de Abraham cuando se le revela el juicio sobre Sodoma o David cuando el Padre le dice que habrá un castigo por causa del censo que hizo. El denominador común es que recibieron una palabra e intercedieron. No tenemos un Padre chismoso, Él no nos cuenta la realidad de las cosas para que las andemos comentando sino porque confía que trabajaremos juntos en solucionar eso. El motor de la intercesión de los que mencionamos anteriormente fue la misericordia y el amor. Cuando están presentes en abundancia nos llevan a interceder fervientemente, con la convicción que Dios puede intervenir y cambiar esa situación para bien.
Pablo dijo:
“Porque quiero que sepáis cuán gran lucha sostengo por vosotros, y por los que están en Laodicea, y por todos los que nunca han visto mi rostro;” Colosenses 2:1
Todos admiramos al gran apóstol pero la clave principal de su vida era, no la predicación, sino su tiempo con Dios. En muchas ocasiones comenta cuánto ora y qué ora por cada una de las iglesias. Lo interesante es que dice que sostenía “una gran lucha”, ¿para qué luchaba?
“para que sean consolados sus corazones, unidos en amor, hasta alcanzar todas las riquezas de pleno entendimiento, a fin de conocer el misterio de Dios el Padre, y de Cristo,” Colosenses 2:2
La consolación, la unidad, el pleno entendimiento y el conocimiento no son cosas que se puedan lograr en lo natural, no importa cuán fuerte se trabaje en ello, es una obra interna. Pablo peleaba en oración contra lo que se oponía a que los colosenses alcanzaran estas cosas. Se había puesto entre los hermanos y el enemigo y no hacía una oración a la ligera : «Bendice, Padre, la iglesia en Colosas». Sino que luchaba y su confrontación con las tinieblas era grande. Lo más llamativo aun es que ¡no les conocía en persona! (“nunca han visto mi rostro”) ¡Cuánto amor se necesita para luchar por alguien a quien ni conocemos! Pero la batalla de Pablo fue premiada por el Padre:
“Porque aunque estoy ausente en cuerpo, no obstante en espíritu estoy con vosotros, gozándome y mirando vuestro buen orden y la firmeza de vuestra fe en Cristo. “ Colosenses 2:5
El Señor ponía a Pablo en unidad espiritual con los colosenses, y esa unidad era tal que el apóstol podía “ver” en el espíritu el orden y la fe que los hermanos tenían. ¡Qué impactante manifestación profética!
La intercesión nos pone en el plano del Espíritu, en Romanos 8 vemos que tanto el Espíritu como Cristo mismo interceden por nosotros. Cuando intercedemos estamos haciendo lo que el cielo hace (sea hecho en la tierra como se hace en el cielo).
Hay mucho para hablar y aprender sobre la relación de la intercesión y la palabra profética, pero aquí solo resaltaremos que la intercesión es parte primordial del rol del profeta.
Resumiendo: Dios busca gente llena de amor y misericordia, que esté interesada en defender y fortalecer a Sus hijos, que se ponga en la brecha con motivaciones justas y generosas. A ellos les confía sus secretos.
- ¿Lo que pasa a tu alrededor te conmueve como para interceder por ello?
- ¿Cuál es tu grado de esfuerzo en la intercesión? ¿Realmente luchas o son oraciones breves y sin pasión?
- Por favor, toma un tiempo a solas con el Padre y déjale que te llene de las cosas que inquietan Su corazón, luego intercede con amor por esos motivos.
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