«Torre fuerte es el nombre de Jehová; a él correrá el justo, y será levantado» Proverbios 18:10 RV60
Muchas de las cosas que hacemos cotidianamente están sobre la fina linea divisoria entre tener cuidado y tener temor y a veces ese límite divisorio se nos hace borroso. No hay mucha distancia entre hacer un chequeo médico rutinario por cuidado a hacerlo por temor a enfermedades, hacer una póliza por prevención o hacerla por el secreto miedo a que algo nos pase. Los ejemplos son muchos y variados, pero si te fijas el temor es un negocio para muchos: alarmas, rejas, armas, medicamentos, seguridad, etc
El temor encarcela, es contrario a la libertad. No establecemos relaciones por temor a ser defraudados, no emprendemos cosas nuevas por temor a fracasar, no arriesgamos por temor a perder. El que teme está preso sin tener rejas que le impidan salir.
«Y ustedes no han recibido un espíritu que los esclavice al miedo. En cambio, recibieron el Espíritu de Dios cuando él los adoptó como sus propios hijos. Ahora lo llamamos «Abba, Padre»» Romanos 8:15 NTV
El Espíritu Santo nos concede la seguridad de que somos hijos de Dios y esa seguridad nos libera, Él se convierte en una torre fortificada para nuestras vidas, podemos correr a Él, tenemos un refugio seguro e inexpugnable.
«Torre fuerte es el nombre de Jehová; A él correrá el justo, y será levantado» Proverbios 18:10 RV60
«El nombre del SEÑOR es una fortaleza firme; los justos corren a él y quedan a salvo.» Proverbios 18:10 NTV
En tiempos bíblicos las torres era los lugares más fortificados, no solo servían como refugio sino para poner armas defensivas y como lugares de vigilancias desde donde se podía vislumbrar un peligro mucho antes de que llegara. El autor del libro de Proverbios nos dice que los justos pueden correr y refugiarse en el Nombre sobre todo nombre.
Un matrimonio que vive en Israel, en una zona amenazada constantemente por misiles, contaba que tenía libertad para ir a trabajar y dejar a sus niños de edad escolar en casa solos porque tenían un refugio antibombas en una habitación, como los niños estaban entrenados para ello e iban al refugio cuando sonaban las alarmas, no había mayor temor. Otro hubiera sido el panorama sin ese refugio en su casa, se hubieran vistos privados de la libertad de trabajar en paz sabiendo seguros a sus hijos.
Con nosotros pasa algo parecido, tenemos un Refugio Seguro, ya no somos esclavos del temor, podemos correr a Él con la certeza de ser protegidos y cuidados como hijos amados y podemos llevar a ese refugio todo cuanto nos es amado.
¡Maravillosa libertad tenemos en Cristo! ¡La libertad de los hijos es nuestra herencia!
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